Entre el turrón y las inacabables comidas, la visita a la familia en Soria trajo también, aunque brevemente, un poco de cultura e historia (de la de todos y de la familiar).
Cansados de hacer siempre la misma ruta y pasar por los mismos bares (nunca menos de 4), esta vez sacamos una mañana para sacarnos una espinita de hace ya muchos años...
Todo empezó por aprovechar que habían prorrogado Las Edades del Hombre en Soria. Ya son muchos años de esta exposición itinerante (y gratuita... cultura gratis... casi increíble) pero nunca la había visitado. Que estuviera en esta ciudad puso la cosa más fácil... aunque por los pelos...
Gratamente sorprendido por todo lo visto y el montaje tan cuidado y moderno de tantos objetos de la historia de Castilla, muchos o casi todos asociados a la Iglesia, la principal fuente de cultura durante la Edad Media.
Destacaría un sagrario con forma de pelícano, un animal que no me producía ninguna simpatía hasta que me contaron que en las épocas de falta de alimento es capaz de rasgarse con el pico para dar de beber su sangre a sus crías... y es lo que representaba el sagrario (los cristianos lo tienen fácil para igualar esta imagen a la de Jesús), algunos artesonados, unas tablillas del siglo XIII que bien podría ser los antecendentes del comic (por diseño y colores).
Aprovechamos, después de la visita, para conocer los Arcos de San Juan de Duero, donde en apenas un patio pequeño se podía apreciar distintos tipo de arcos del románico castellano. También había una iglesia, que ya no tiene culto, con capiteles en los templetes de lo más gráfico: demonios, pesadillas... más de una foto cayó...
Y el punto fuerte de la mañana fue la visita a la ermita de San Saturio, después de muchos años de intentarlo... especial porque allí se casaron mis padres allá por el año 82... Sólo una vez habíamos ido de pequeños, pero como para acordarse... y la verdad es que el lugar es de lo más particular...
Una ermita que se levanta sobre una gruta en una ladera a orillas del río Duero; un puñado de escaleras y roca a partes iguales en una construcción del siglo XVII relacionado, supuestamente, con los templarios y en donde vivió el anacoreta visigodo Saturio, al que dá nombre...
Con una capilla pequeña en la que no acabo de entender como entró mi familia, que no es grande, pero a pocos que fueran... y no había (ni hay) ningún bar cerca como para matar el tiempo... y eso que el día anterior había nevado...
Desde luego un lugar con encanto propio, historia... y devoción
Hubo tiempo también en la mañana de visitar el Olmo seco al que Machado dedicó un poema (aunque ahora esté relleno de hormigón para poder aguantar el paso de los años) y el parador desde dónde se apreciaba el entorno de la ciudad ligeramente nevada...
Soria, una ciudad con mucho románico (mi época histórica preferida), calles para recorrer tranquilamente y descubrir pequeñas isletas de historia... con la visita me han dado ganas de leer Las rosas de piedra que en entradas anteriores me recomendaron, puede que sea buen momento...
Pendiente han quedado las ruinas de Numancia y volver al Cañón del Río Lobos... lugar increible en el que estuve de pequeño pero me quedó buen recuerdo...
Esperemos que el Santo siga haciendo su trabajo en este año que empieza...