jueves, 22 de octubre de 2009

El placer de servir

El curso académico ya empezó, ahora le toca al "parroquial"... con todo el caos de fechas, ilusiones y responsabilidades... allá vamos una vez más...

Con el envío de agentes el domingo pasado, nos repartieron este poema, que no está mal que me/nos recuerde de vez en cuando porque hacemos lo que hacemos... aunque haya semanas como esta que todo parezca nublado... éste es el lado ñoño de las baldosas, no me lo tengáis en cuenta...

Toda la naturaleza es un anhelo de servicio.
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.

Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;
donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.

Sé el que apartó la piedra del camino,
el odio entre los corazones
y las dificultades del problema.

Hay la alegría de ser sano y la de ser justo;
pero hay, sobre todo, la hermosa,
la tan inmensa alegría de servir.
¡Qué triste sería el mundo si todo en él estuviera hecho,
si no hubiera un rosal que plantar,
una empresa que emprender!

Que no te llamen solamente los trabajos fáciles.
¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan!

Pero no caigas en el error
de que sólo se hace mérito
con los grandes trabajos;
hay pequeños servicios
que son buenos servicios;
adornar una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña.

Aquél es el que critica, éste es el que destruye,
tú sé el que sirve.

El servir no es faena sólo de seres inferiores.
Dios, que da el fruto y la luz, sirve.
Pudiera llamársele así: «El que sirve».
Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos
y nos pregunta cada día:
«¿Serviste hoy? ¿A quién?
¿Al árbol, a tu amigo, o tu madre?»

Ah, el poema es de Gabriela Mistral.

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