lunes, 27 de abril de 2009

Trilogía sobre Cuba: EPÍLOGO

Con el tiempo que ha pasado desde que volvimos, ya vamos viendo el viaje con un poco de perspectiva, yo al menos… ya va tocando centrarse de verdad en los trabajos y exámenes que están al caer…

Os dejo, a modo de epílogo, un breve resumen en imágenes de estos 14 días por tierras cubanas… NOTA: estoy teniendo algunos problemas con la calidad de la imagen que intentaré solucionar cuanto antes, mientras tanto podéis verlo un poco mejor si activáis el HQ del Youtube.


Si me tuviera que elegir momentos concretos para recordar, me quedaría…

…con la bofetada de calor húmedo que recibes nada más aterrizar y se abren las puertas del avión…

…con el trayecto en lancha por las estrecheces de la Ciénaga de Zapata (el humedal más grande del Caribe) y llegar a “laguna” abierta…

…con el “paseo” por Tope de Collantes, increíbles paisajes descendiendo la ladera y genial el baño (aunque para subirlo me quisiera morir)…

…con la compañía de las 12 personas que compartimos los 5 días que estuvimos “libres”. Nadie daba 2 duros por nosotros (éramos muchos y variados), pero va a ser un buen recuerdo de esta carrera que todavía no acaba…

Seguramente me deje otros grandes momentos, pero estos si son imprescindibles…

viernes, 24 de abril de 2009

Trilogía sobre Cuba: BLANCO

Blanco es el color de la luz, de todos los colores a la vez… toca hablar de un país lleno de contrastes (y experiencias variopintas).


Si hay algo que he repetido a todo aquél que me ha preguntado por ello, es que Cuba es un país de contrastes. Contrastes en las construcciones y gentes, pero también en las experiencias vividas.

El primer día que cogimos el coche, para ir de Varadero a Trinidad, se llevó la palma. Fue el primer contacto con las carreteras cubanas y con ese caos circulatorio y de señalizaciones, ¡para incorporarse al carril opuesto había que ir un tramo en dirección prohibida! Fue el día en que teníamos la sensación de estar de safari, pasando por pueblos con aspecto de pobres y nosotros montados en nuestros coches europeos o japoneses con el aire acondicionado (con el paso de los días, esto mismo lo empezamos a vivir de otra forma). Fue el día que atravesamos un incendio en la carretera pensando que no sería nada porque no había señalización, pero en el que acabamos conduciendo a ciegas y casi nos damos con un camión que venía de frente (al salir al otro lado, y después de empezar a ponernos bastante nerviosos… ¡oye, oye, OYE!… había una fila de coches de cubanos que nos preguntaban si se podía pasar… lo peor, el coche que se nos caló dentro de la humareda, aunque no pasó nada). Fue el día que recorrimos un trayecto de carretera atropellando cangrejos a patadas (al principio los esquivábamos, luego nos dio igual). Fue el día que conducíamos de noche y de repente había que dar un volantazo porque se cruzaba un perro, caballo o cabra…que salían de la nada. Vamos, toda una experiencia la del primer día “libre”.

En un país como este es inevitable que te hablen por la calle de cualquier cosa y que te pregunten y que se dejen preguntar… curioso fue que en dos ocasiones me dijeran que tenía pinta de farmacéutico o médico… una en el mercadillo del Malecón (en la Habana) por no querer comprar un cuadro de los típicos de allí (eso sí, con muy buen rollo y guasa) y otra en Trinidad porque nos les daba coba (no estaba de humor porque había perdido de vista a gente).

Relativamente poco he hablado de las casas de turistas, más que nada porque mis compañeros tuvieron más suerte que yo (lo mío fue todo muy básico, hasta el punto de que en una de ellas se olvidaron de dejarme las sábanas… y aproveché para estrenar el saco de verano). El resto tuvieron caseros mucho más animados que los míos (a unos les montaron una fiesta con guitarras y mojitos en el patio de la casa y les invitaron a cenar langosta; nosotros pollo y arroz) y más legales… mucha preocupación tenían porque les escucharan hablar “menos bien” del régimen pero ni nos registraron ni nada (culpa nuestra por desconocimiento). Eso si, tuve la oportunidad de charlar largo rato con algunos de ellos y me contaron muchas cosas de la vida en Cuba bastante interesantes para comprender un poco el país (que más o menos ya os he ido contando en entradas anteriores). Ah, en una de las casas, las llaves de la habitación que me dieron, tenían un llavero de KUKUXUMUSU!!! Me partía de risa… que casualidad!

A todo esto, si que me quedé con ganas de participar de una misa cubana (compañeros míos si tuvieron la oportunidad y dijeron que era “parecido pero diferente”). Allí la religión estuvo prohibida durante un tiempo (y con fuerte represión, hasta el punto de expulsarlos de las universidades por ser católicos). El domingo de ramos nos pilló en carretera, de Trinidad a Viñales, pero si tuve oportunidad de ver que sí se celebraba en los pueblos por los que pasamos (por lo visto en Trinidad era una fiesta anteriormente importante… DATO: Trinidad está en la provincia de Sancti Spiritus… ya sólo con los nombres…), llevaban hojas de palma que se anudaban a las muñecas… una lástima no haber participado de ello…

Del ambiente nocturno (que tampoco he dicho nada) destacaría la variedad de sitios con música en directo y la cantidad de gente que puedes encontrar en las calles… el horario de cierre entre semana es temprano, pero hay locales son capaces de reabrírtelos (aún cuando ya habían empezado a limpiar) a cambio de algunas consumiciones. Un poco en la línea de Huertas, pero a la cubana.

En los 12 días que estuvimos, sólo temí “por mi seguridad o la de mi equipaje” en dos ocasiones: en Trinidad al subir a “un mirador” (que resultó ser una antena de repetición de televisión) para ver atardecer (vistas increíbles pero no disfrutadas del todo después de haber pasado por una zona que parecía las Barranquillas y andar por una camino vallado a ambos lados… ufff… ni siquiera hice fotos por no sacar la cámara y la cartera la camuflé en los gayumbos… haceros una idea); la otra fue en la Habana, la noche que buscamos alojamiento antes de volvernos a España, en un bloque de edificios con poca luz, rejas delante de cada puerta (una de ellas quemada) y en un ambiente de clandestinidad… hasta el punto de que me llevé conmigo el pasaporte y billete de avión cuando salimos por la noche Es lo malo de los prejuicios y de pensar con mentalidad española.

Después de todo esto, lo vivido y lo contado (que no es todo, pero ya es suficiente, ¿no?), a la pregunta de si volvería a Cuba… si, claro, pero sin hoteles (o quizá en la Habana…) y en plan mochilero. De todos modos, hay muchos países que me gustaría conocer antes de empezar a repetir, Latinoamérica me llama desde hace mucho tiempo y no acabo de ver la oportunidad (toca seguir esperando, ahora que parece que lo de hacer allí el proyecto no sale adelante).

lunes, 20 de abril de 2009

Trilogía sobre Cuba: AZUL

Azul es el color de la pulserita del all-included (todo incluído), del mar Atlántico y Caribe…
toca hablar de ser turista en Cuba.


Cambiando totalmente de tercio, el turista lo tiene verdaderamente fácil en Cuba. Muy protegido y respetado incluso por los cubanos, conscientes de que somos su principal fuente de ingresos y que su régimen no está dispuesto a perder turistas por llevarse una mala imagen del país.

Resultaba gracioso ver cómo evitábamos ser el prototipo de turista-guiri para acabar cayendo en todos los tópicos… qué le íbamos a hacer, si era lo que éramos: un masa de entre 10 y 20 personas, con mochilas, cámara de foto al cuello y fotografiando todo lo que nos llamaba la atención, embadurnándonos en protector solar cada poco rato y con las múltiples guías de viaje sobre Cuba en la mano (un acierto no comprármela, llevábamos a patadas).

El grado máximo del concepto turista es Varadero, un resort que parece Port Aventura, con la playa según te dejas caer de la cama, cercado con valla perimetral, hamburguesería las 24 horas… un “lujo” de 4 estrellas pero de aquella manera: muy rígidos para unas cosas y muy laxos (hasta la desesperación) en otras; con un servicio de restaurante que, pese a terminar a las 22:00, se queda con menos de la mitad de la carta sólo una hora antes y una calidad relativa (véase el arroz blanco que parece plástico duro); con barra libre las 24horas del día… A pesar de todo esto, fueron días de disfrutar con la gente, del mar y de unas puestas de sol geniales.

Antes decía que era fácil ser turista, pero lo que no es precisamente es barato, o al menos, con un precio justo… eso de tener un precio distinto para las cosas por el mero hecho de ser turista es un poco “escamante”, hasta el punto de pagar 30 veces más que un cubano por una visita al salto de Soroa (luego acabamos regateando y pagando “sólo” 20 veces más, pero…).

Otra cosa que me sorprendió, y que espero que en España no se ponga de moda, es cobrar por la entrada a cualquier Parque Natural/Nacional que se visita (entre 5 y 8 CUCs, sin posibilidad de regateo la mayor parte de las veces).

Nos chocó bastante saber que había gente que contrataban una excursión desde la Habana hasta el Parque Natural de Viñales (unas dos horas y pico por carreteras cubanas) para comer en un restaurante delante del Mural de la Prehistoria (un mural pintado en una ladera de uno de los mogotes que representaba la evolución de las especies en Cuba… una aberración). No recuerdo el coste aproximado de la excursión, pero era realmente caro.

Hay que reconocer que como turistas fuimos poco lanzados e íbamos a lo seguro y cómodo… yo no llegué a comer nunca de los puestos de la calle (los caja-perro y parecidos, que costaban menos de 1 CUC porque se pagaban en pesos cubanos) ni en los famosos paladares (aunque venía a ser lo mismo que las cenas que nos preparaban en las casas para turistas). El ejemplo más claro es que las comidas nos venían saliendo entorno a 5-6 CUC hasta que un día nos encontramos en un pueblo, a medio camino de Viñales, con compañeros nuestros que llevaban otra ruta distinta. Gracias a ellos comimos en un restaurante para cubanos, con 3 platos, por menos de 1 CUC… eso sí, en manteles con manchas de grasas y rodeados de moscas.

Las casas para turistas eran bastante aceptables, aunque en dos de ellas ni nos registraron en el libro (obligatorio si no quieren problemas). Gente amable y con ganas de conversación. En las provincias más cómodo que en la propia Habana (la noche antes de volvernos, dormimos allí, en una calle y en un bloque que parecía sacado del Bronx… aunque era “seguro”, no estaba yo muy cómodo).

Ah, lo olvidaba. Desde los hoteles en que estábamos alojados nos ofrecían todo tipo de excursiones y, aunque éramos un poco reticentes, nos apuntamos a una de ellas… la más cara (79 CUC), pero mereció la pena. En vez de ir directos de la Habana a Varadero, aprovechamos esta excursión que hacía un recorrido más largo con varias paradas. La primera en un “Parque Natural” que más bien parecía un zoológico venido a menos, donde había una especie de cada cosa y una pobre cobaya (Fifi) que pasaba la mayor parte del tiempo esperando a que la sacaran de su “caja de zapatos” para que la vieran los turistas. Las siguientes paradas fueron mucho mejor. Hicimos snorkeling en el Caribe, viendo peces y corales de los más variados colores (toda una experiencia); visitamos una granja de cocodrilos e incluso probamos su carne (bastante buena); recorrimos los manglares de la Ciénaga de Zapata en una pequeña lancha (¡¡increíble!!) y acabamos comiendo comida típica cubana (puerco, pollo, moros y cristianos, mucha fruta).

Hubo pocas tensiones a la hora de movernos de un lado para otro, sobre todo teniendo en cuenta que éramos muchos y muy distintos… muy buen ambiente y mucha diversión… para conocer mejor un país (o ciudad) sería recomendable ser menos personas, pero esto es fruto de Montes y aquí se hace todo a lo grande… una muy buena experiencia.

domingo, 12 de abril de 2009

Trilogía sobre Cuba: ROJO

Tras 12 noches con sus 14 días en Cuba, aquí van las experiencias, lo visto y vivido en un país lleno de contrastes. Os lo cuento en forma de trilogía, una entrada por cada color de la bandera, que luego os cansáis... empezamos…

Rojo es el color del comunismo, del régimen político que controla todo…
toca hablar del país y sus gentes.

Las cosas ya empiezan a ser diferentes cuando nada más aterrizar, hay aduanas y registros diferentes para los cubanos y para los turistas, cuando tienes que cambiar en una moneda exclusiva para turistas, cuando el dólar está penalizado…

Las tres primeros días en la Habana nos dan margen para empezar a conocer un poco el ambiente, ser conscientes de que habrá que “renegociar” los precios de casi todo, acostumbrarse a que continuamente te hablen por la calle, siempre de muy buenas formas y con mucho humor (y de paso pedirte un jaboncito, un bolígrafo, camisetas o caramelos para los niños… en muy pocas ocasiones dinero directamente). El resto de días, salvo los de Varadero (que es un mundo a parte), nos confirman lo que vemos en la Habana con ligeras diferencias por ser provincias.

Optamos por empezar a movernos en autobús público, aconsejados por un cubano que estuvo ya en nuestra escuela haciendo el doctorado (y nos facilitó en parte las cosas). Con 1 CUC* entramos veintitantas personas. Ya en el autobús vas viendo lo que parece ser Cuba y al recorrer sus
calles, lo afirmas: casas desconchadas, mucha gente en la calle, pocos coches pero caos circulatorio igualmente (y claro, más de la mitad de los coches parecen de otra época), muchos perros… y a pesar de todo ello, el conjunto tiene su encanto… en ocasiones parece una ciudad que hubiera sufrido una despoblación absoluta y acabase de llegar mucha gente a vivir de nuevo (y en parte no dista tanto de la realidad, más sabiendo que es el Estado el responsable de la rehabilitación de las viviendas).

Al final utilizamos todos los medios de transporte: taxis legales, taxis ilegales – Cadillacs (donde montamos hasta 14 personas, lástima que cuando nos dejó enfrente del hotel les parase la policía), Coco-Taxi (un poquillo más caro que el resto)… para todos había que negociar el precio antes de montarse, rondando el CUC o dos CUC por persona… acabas cansado de regatear tanto precio…


Recorrimos calles que muy seguramente en Madrid no nos atreveríamos a pisar, apoyándonos en la “inmunidad” del turista (aunque una señora a gritos nos dijera desde la otra acera que tuviéramos cuidado con los balcones, que andásemos en grupo y que llevásemos todo por delante para que en un descuido no nos quitaran nada… luego no era para tanto, pero… ufff… jejeje), disfrutamos del paseo por el Malecón, del barrio Chino, de la calle Obispo, la calle San Rafael, el callejón Hammel, del Capitolio, de la heladería Coppelia, los mercadillos varios... en todos ellos gente muy agradable, dispuesta a contarte su vida (con una sonrisa a pesar de todo). Sólo el último día vivimos aquello de que un policía se acercase a una persona que estaba hablando con nosotros para decirle que dejara de molestarnos.

No parecen cómodos hablando de la situación de su país (tienen miedo de que alguien les escuche y les denuncie), al menos los caseros con los que topamos en Trinidad y en la última noche en la Habana, pero son ellos los que te cuentan sin casi preguntarles (si no lo hacíamos era por respeto). Se sorprenden de que fuera se sepa que no es todo tan fantástico como se lo pintan sus medios de comunicación… descubrir que las casas no se venden o alquilan, sino que se permutan; que el salario es de aproximadamente 10 CUC independientemente del trabajo que se realice (con la consiguiente falta de motivación de la gente); que te obligan a ir a votar (yéndote a buscar incluso a tu casa) aunque luego digan que el porcentaje de participación es del 95%; que la sanidad es un punto fuerte junto con la educación (aunque luego en las provincias suspendan las operaciones porque no haya agua o que las sillas del dentista den descargas eléctricas)….

Resulta curioso ver que no hay anuncios (ni en las calles ni carreteras), sólo recordatorios de batallas de la Revolución, frases de Fidel, Raúl, José Martí o incluso Chávez… pensábamos que el Che estaría muy presente pero todo bastante comedido en ese sentido.

Poco había leído sobre este país, pero ciertamente sorprende que a pesar de que la gente no lo pasa especialmente bien, siempre están con la alegría en el cuerpo...
*1CUC=1,17 euros aproximadamente