lunes, 20 de abril de 2009

Trilogía sobre Cuba: AZUL

Azul es el color de la pulserita del all-included (todo incluído), del mar Atlántico y Caribe…
toca hablar de ser turista en Cuba.


Cambiando totalmente de tercio, el turista lo tiene verdaderamente fácil en Cuba. Muy protegido y respetado incluso por los cubanos, conscientes de que somos su principal fuente de ingresos y que su régimen no está dispuesto a perder turistas por llevarse una mala imagen del país.

Resultaba gracioso ver cómo evitábamos ser el prototipo de turista-guiri para acabar cayendo en todos los tópicos… qué le íbamos a hacer, si era lo que éramos: un masa de entre 10 y 20 personas, con mochilas, cámara de foto al cuello y fotografiando todo lo que nos llamaba la atención, embadurnándonos en protector solar cada poco rato y con las múltiples guías de viaje sobre Cuba en la mano (un acierto no comprármela, llevábamos a patadas).

El grado máximo del concepto turista es Varadero, un resort que parece Port Aventura, con la playa según te dejas caer de la cama, cercado con valla perimetral, hamburguesería las 24 horas… un “lujo” de 4 estrellas pero de aquella manera: muy rígidos para unas cosas y muy laxos (hasta la desesperación) en otras; con un servicio de restaurante que, pese a terminar a las 22:00, se queda con menos de la mitad de la carta sólo una hora antes y una calidad relativa (véase el arroz blanco que parece plástico duro); con barra libre las 24horas del día… A pesar de todo esto, fueron días de disfrutar con la gente, del mar y de unas puestas de sol geniales.

Antes decía que era fácil ser turista, pero lo que no es precisamente es barato, o al menos, con un precio justo… eso de tener un precio distinto para las cosas por el mero hecho de ser turista es un poco “escamante”, hasta el punto de pagar 30 veces más que un cubano por una visita al salto de Soroa (luego acabamos regateando y pagando “sólo” 20 veces más, pero…).

Otra cosa que me sorprendió, y que espero que en España no se ponga de moda, es cobrar por la entrada a cualquier Parque Natural/Nacional que se visita (entre 5 y 8 CUCs, sin posibilidad de regateo la mayor parte de las veces).

Nos chocó bastante saber que había gente que contrataban una excursión desde la Habana hasta el Parque Natural de Viñales (unas dos horas y pico por carreteras cubanas) para comer en un restaurante delante del Mural de la Prehistoria (un mural pintado en una ladera de uno de los mogotes que representaba la evolución de las especies en Cuba… una aberración). No recuerdo el coste aproximado de la excursión, pero era realmente caro.

Hay que reconocer que como turistas fuimos poco lanzados e íbamos a lo seguro y cómodo… yo no llegué a comer nunca de los puestos de la calle (los caja-perro y parecidos, que costaban menos de 1 CUC porque se pagaban en pesos cubanos) ni en los famosos paladares (aunque venía a ser lo mismo que las cenas que nos preparaban en las casas para turistas). El ejemplo más claro es que las comidas nos venían saliendo entorno a 5-6 CUC hasta que un día nos encontramos en un pueblo, a medio camino de Viñales, con compañeros nuestros que llevaban otra ruta distinta. Gracias a ellos comimos en un restaurante para cubanos, con 3 platos, por menos de 1 CUC… eso sí, en manteles con manchas de grasas y rodeados de moscas.

Las casas para turistas eran bastante aceptables, aunque en dos de ellas ni nos registraron en el libro (obligatorio si no quieren problemas). Gente amable y con ganas de conversación. En las provincias más cómodo que en la propia Habana (la noche antes de volvernos, dormimos allí, en una calle y en un bloque que parecía sacado del Bronx… aunque era “seguro”, no estaba yo muy cómodo).

Ah, lo olvidaba. Desde los hoteles en que estábamos alojados nos ofrecían todo tipo de excursiones y, aunque éramos un poco reticentes, nos apuntamos a una de ellas… la más cara (79 CUC), pero mereció la pena. En vez de ir directos de la Habana a Varadero, aprovechamos esta excursión que hacía un recorrido más largo con varias paradas. La primera en un “Parque Natural” que más bien parecía un zoológico venido a menos, donde había una especie de cada cosa y una pobre cobaya (Fifi) que pasaba la mayor parte del tiempo esperando a que la sacaran de su “caja de zapatos” para que la vieran los turistas. Las siguientes paradas fueron mucho mejor. Hicimos snorkeling en el Caribe, viendo peces y corales de los más variados colores (toda una experiencia); visitamos una granja de cocodrilos e incluso probamos su carne (bastante buena); recorrimos los manglares de la Ciénaga de Zapata en una pequeña lancha (¡¡increíble!!) y acabamos comiendo comida típica cubana (puerco, pollo, moros y cristianos, mucha fruta).

Hubo pocas tensiones a la hora de movernos de un lado para otro, sobre todo teniendo en cuenta que éramos muchos y muy distintos… muy buen ambiente y mucha diversión… para conocer mejor un país (o ciudad) sería recomendable ser menos personas, pero esto es fruto de Montes y aquí se hace todo a lo grande… una muy buena experiencia.

No hay comentarios: