viernes, 21 de enero de 2011

Una de cine... "De dioses y hombres"

"Ustedes son dioses,
todos hijos del Altísimo,
pero morirán como cualquier hombre,
caerán como cualquiera de los príncipes"

Salmo 81

Así comienza "De dioses y hombres", película de Xavier Beauvois sobre el secuestro y asesinato de siete monjes franceses en Argelia, en 1996. Buena crítica y una historia real que no dista mucho de lo que hay hoy en día eran su reclamo. Cumple con creces y da que pensar.

Con una arranque pausado y sin grandes diálogos, vamos conociendo a una comunidad de monjes cistercienses en un monasterio en las montañas de Magreb, integrados perfectamente en un pueblo musulmán, apreciados y bien considerados, sin imposiciones religiosas.

Al poco empieza a manifestarse el integrismo islámico. La estabilidad del pueblo y de los monjes se tambalea. La intranquilidad crece frente a la amenaza, el terror y la muerte... y ante las presiones políticas, que llevará a que los monjes tengan que decidir si permanecer o salir del país.

Decisión que no resulta fácil y en la que, en un principio, no todos estarán de acuerdo. Conflicto de sentimientos (que no intereses) entre responder a una Llamada con todas sus consecuencias, seguir ayudando en otro lugar menos hostil o luchar por lo que ya tienen logrado. Y todo planteado desde la humanidad y las dudas, sin "buenismos" ni heroicidades.

Destacan varias escenas a lo largo de la película, pero quizá (por no alargarme en exceso y destripar toda la película), me quedaría con dos:

...una, cuando dos de los monjes se reúnen con una familia musulmana y les explican su situación. Los monjes les dicen que se sienten como "pajarillos" sobre una rama a punto de quebrarse. La familia les abre los ojos y les corrigen: para ellos, la rama son los propios monjes y los "pajarillos" el pueblo musulmán que convive con ellos...

...otra, la desesperación y dudas de Cristophe, uno de los monjes, y su conversación con Christian, la evolución de sus sentimientos y la decisión final que toma...

Como película quizá se le podría achacar que es un poco lenta pero es cierto que la historia que cuenta así lo requiere. Actores que no lo parecen, totalmente creíbles. Todavía no sé que opinión tener sobre la cena previa al desenlace de los acontecimientos, una sucesión de primeros planos con mucho sentimiento pero quizá demasiado larga, no sé.

Como historia real da que pensar, más aún viendo que las cosas no han cambiado nada. El 96 me pilló un poco preadolescente y no conocía la historia, pero Miguel Castro ya se encargó de mandar información (ver aquí). En la propia página de la película también cuentan algo.

Tuvo que ser difícil vivir la situación en primera persona, pero difícil también sobrevivir a los acontecimientos habiendo perdido a tus compañeros. Y mirando en positivo, es también una ventana a la posibilidad de la convivencia religiosa e intercultural, a conocer el perdón de corazón y no sólo de palabra, y a reconocer que en el fundamentalisto religioso el ausente es el mismo Dios.

Totalmente recomendable (si se aguantan las películas pausadas, claro). No es necesario tener sensibilidad religiosa, pero con ella aún se disfrutará más. Con el tiempo, tocará revisionado.

Hasta entonces, os dejo algunos extractos de la carta real de despedida que dejó Christian cuando intuía el final que les podía esperar, sin desperdicio:

Cuando un A-Dios se vislumbra…

Si me sucediera un día –y ese día podría ser hoy-

ser víctima del terrorismo que parece querer abarcar

en este momento a todos los extranjeros que viven en Argelia,

yo quisiera que mi comunidad, mi Iglesia, mi familia,

recuerden que mi vida estaba ENTREGADA a Dios

y a este país.

[...]

Que sepan asociar esta muerte a tantas otras tan violentas

y abandonadas en la indiferencia del anonimato.

Mi vida no tiene más valor que otra vida.

Tampoco tiene menos.

[...]

Desearía, llegado el momento, tener ese instante de lucidez

que me permita pedir el perdón de Dios

y el de mis hermanos los hombres,

y perdonar, al mismo tiempo, de todo corazón,

a quien me hubiera herido.

[...]

Y a ti también, amigo del último instante,

que no habrás sabido lo que hacías.

Sí, para ti también quiero este GRACIAS,

y este “A-Dios” en cuyo rostro te contemplo.

Y que nos sea concedido reencontrarnos,

ladrones bienaventurados,

en el paraíso, si así lo quiere Dios,

Padre nuestro, tuyo y mío. ¡AMÉN!


PD: está entero aquí.

PD 2: me seguirá costando el párrafo final, donde incluso pide por su asesino...

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